lunes, 23 de junio de 2014

ESCRIBAMOS ALGO JUNTOS VII

 Bueno, pues así queda esta séptima composición que, pese a las dificultades, realmente era difícil, incluso para luego construir, ha quedado tan grande como las anteriores, y no me refiero solo a la extensión.
Esta vez no hemos podido batir el record pero hasta 7 amigos de A veces... enviasteis un trocito para este todo. Ricky y Vibi LeFleu que no se han perdido ni una sola de las convocatorias, Edu y Ramón Freixenet, habituales siempre, enviaron sus textos con la inmediatez de quienes gustan de las complicaciones. Edu García pese a los apuros de los exámenes finales, o tal vez por eso, también quiso aportar su texto, que esta vez es el inicio, y la participación por primera vez, y espero que no por última, de Amaya, que escribió un collage para que escogiera y escogí todo, y de Óscar Sotillos (sí, ese Óscar Sotillos, imagina lo que estoy presumiendo) que, evidente, aporta las imágenes más poéticamente visuales, lo que supone todo un honor, y en definitiva este texto lleno de esperanzas de las que se saben imposibles, de noche oscura y cama vacía, de recuerdos de los que vuelven no como fantasmas amenazadores sino como sonrisas de medianoche, sonrisas tristes, si es que eso existe, pero sonrisas.

Ya te anticipo que hay truco. Esta vez, reconozco la dificultad de mi texto y aún así habéis estado más que a la altura, pero he tenido que tirar de conjunciones para enlazar en algún caso. No rompen vuestros textos, más bien los unen y queda tal que así






 Nuestra perdición iluminada por la luz de las farolas. Tras esas cortinas desgastadas, nostalgia y rencor. Sobre la mesilla un vaso vacío y un libro que no me atrevo a tocar. Entre esas sábanas, los restos de tu aroma.  Debería olvidar pero no sé si puedo, no sé si quiero. Esta noche solo el silencio responde. Te acercas a mí como viene el sueño, sin darme cuenta y desposeyéndome de mi conciencia para volver a percibir tu olor de nuevo, volver a descubrir tu latido desbocado, volver a llorarte como novedad y no como clemencia, y ya saberte. Es el nerviosismo que surge al pensar que escuchas mi mente que como eco retumba en tu cabeza. Una sirena que canta a este Ulises: ven, ven, ven. 
Y si al venir te quieres ir lo entenderé. Que si al quebrar los relatos amenos que escribíamos para las estrellas se convirtieron en algo insípido para ti lo entenderé. Porque fuimos pero no somos. Y el mundo, por más que te fuerce a creerlo, no ha dejado de girar ni un solo segundo. Entonces, nos alejamos del dolor en una cremallera ardiendo incapaces de saber si cierra o abre el paisaje de la herida. Y el paisaje nunca vuelve por más que tomemos instantáneas desde la ventana, de que lo grabemos arcaicamente en palabras, de que nos bajemos en alguna estación sin nombre y fundemos una familia, un imperio o unas ruinas en tardes de Cézanne y ceniza, de primavera y ardillas pasándote por encima de los tobillos. 
Te acercas a mí como un río negro, caminando entre sombras por el bosque del recuerdo. Se escurre de tus ojos un apóstrofe y yo, como siempre, disfrazado de metáfora. Por eso vuelve. Rápido. Como vuelve el día. Como llegan las sorpresas. Fíjate que digo vuelve y no regresa. Porque sé que no regresarías. Porque sé que regresar supone dar pasos en sentido contrario. Y no es que sea imposible, es que no es deseable. O mejor no vuelvas... ven. Despacio. Como viene el sueño. Como se van los miedos. Fíjate que digo ven y no vuelve. Porque sé que no volverías. Porque sé que volver supone ser de nuevo quienes fuimos. Y no es que sea imposible, es que no es recomendable.
Y si es o no es recomendable volver sólo tiene que ver con la cantidad de ausencia que uno es capaz de asumir en medio de la calma chicha de una sopa de letras y signos de puntuación como escarpias a eso de las doce y medía, cuando el sol canallesco enciende en Triana el cielo de mil bocas.



a que mola?????


La música corre por mi cuenta, hoy escuchábamos esto en el coche





2 comentarios:

Carso dijo...

Me he quedado con la incógnita -y tal vez mejor así- del libro de la mesilla de noche, el que no se atreve a tocar.
Tarea de cirujano la del sastre.

J. Oliva dijo...

hay libros de cabecera que es mejor no tenerlos en la cabeza.

gracias por el aporte, Óscar, todo un honor

no ha quedado mal, verdad?