lunes, 29 de diciembre de 2008

UN LUGAR LLAMADO MILAGRO

Sé que cuando os hablo de cine no lo hago sobre últimos estrenos, hay cientos de páginas donde consultarlos con acertados análisis. Tampoco menciono a los grandes clásicos, qué podría añadir que no sepáis sobre películas que ya habéis visto muchas veces. No os voy a recomendar las obviedades. No se trata de eso. El objetivo es, más bien, otro. Recordar esas películas pequeñas, que pasaron desapercibidas o de las que nadie se acuerda ya. Películas que nos marcaron, que nos hicieron pensar, que invitan a un café y una conversación. Películas como alternativa a la soporífera programación televisiva, ahora que hay miles de canales es posible que programen alguna de ellas.
Alguna como Un Lugar Llamado Milagro (R. Redford, 1988). Milagro es un pequeño y desolado pueblito de New Mexico en el que sólo viven inmigrantes, ancianos y activistas retirados donde una gran compañía pretende construir un centro de ocio con campos de golf, turismo rural y hoteles de lujo para grandes fortunas. La empresa vende el proyecto a las corruptas autoridades de Milagro como la forma de revitalizar el pueblito garantizando trabajo para sus habitantes (os suena? Polaris World, por ejemplo?
Entre los habitantes de Milagro se abre un fascinante juego de intereses y sentimientos encontrados: quienes ven la posibilidad de participar en un futuro, que les excluye por definición, (los habitates de Milagro pueden trabajar como empleados pero no disfrutarán del centro de ocio, sus sueldos no subirán, más al contrario, pero sí el precio del suelo que en su pueblito se multiplicará y con él los impuestos que los habitantes de Milagro no podrán pagar y no les quedará otra alternativa que la emigración, es el mismo planteamiento que sucede en muchos pueblitos españoles revitalizados) Por otro lado, los habitantes que plantan cara a la constructora, que reclaman el uso comunitario del agua, de la tierra. el sentido común frente a las promesas vacías. entre ellos José Mondragón, quién decide sembrar judias en el único y mísero terreno de Milagro que aún no ha comprado la constructora.
Un buen plantel de actores y actrices, Sonia Braga, Chick Vennera, Melanie Griffith, Rubén Blades, John Heard, Christopher Walken, adoptando un protagonismo coral, muy bien dirigidos por el siempre comprometido Redford, garantizan una agradable tarde en estos tiempos en los que "ya nadie lucha por las causas perdidas. No estamos en los sesenta." como dice el personaje de Heard.
Cabe destacar el guiño al realismo mágico, tan propio de la literatura latinoamericana, que le dedica Redford, en su película, al construir a uno de los personajes principales como un fantasma que conversa con el anciano Amarante Cordova y ameniza las noches con una banda sonora merecedora del oscar en 1989, mismo año en que Un lugar llamado milagro fue galardonada con el premio a la película que mejor refleja los valores democráticos concedido por la Political Film Society, estadounidense. ( no tenía ni idea de que existiera tal cosa y sin embargo aún siguen concediendo este mérito. Otro día os cuento más)

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